Ciudadanos exigen verdaderos resultados ante la corrupción del robo de gasolina que hay dentro de las concesionarias del país

Los Mochis, Sinaloa.- Esta semana la Procuraduría Federal del Consumidor (PROFECO) decidió hacer una inspección en algunas gasolineras del territorio sinaloense y para sorpresa de muchos, en una de las concesiones que fueron otorgadas en El Fuerte resultó que en 14 bombas había una tarjeta con un software que permite el robo de combustible, sin que el usuario se percate de ello.

Por si esto fuera poco se comprobó que en una estación de Ahome se tiene la tarifa más cara de todo México, así como se escucha el precio por litro de gasolina más caro de toda la República Mexicana, al vender a 21 pesos con 99 centavos el litro.

En contraparte con Ahome, se detectó que en una estación de Culiacán se ofrece la mejor tarifa respecto al precio por litro de diesel, al manejarlo en 15 pesos con 99 centavos. A pesar de ello, los ciudadanos manifiestan que cada día los precios de la canasta básica, luz, agua, teléfono, gastos en calzado, ropa y demás no les permiten a los mexicanos mantener una vida estable.

Pareciera que impulsar la baja en los precios de los combustibles es el reto más importante que pudiera enfrentar la actual administración federal, debido a que fue una de las promesas de campaña que más alentaron para que los mexicanos se atrevieran a realizar un cambio en la dirigencia nacional.

Respecto a lo que ocurre en Sinaloa sobre el robo de combustible con el uso de los llamados “rastrillos”, ha generado tanta molestia que algunos ciudadanos exigen que las concesionarias que sean detectadas en este tipo de delitos no deberían volver a ofrecer el servicio y debieran retirar los permisos correspondientes, o tomar medidas que verdaderamente provoquen un cambio que provoque que nadie se atreva a colocar dichos dispositivos electrónicos que dañan la economía de las familias mexicanas.

Algunos opinan que colocar unos sellos que sólo inmovilicen las bombas mientras realizan el pago de las multas correspondientes no es suficiente debido a que en cualquier momento en que vuelvan a operar podrían volver a usar los llamados “rastrillos” y de nuevo los afectados serían los más necesitados.