Eran las siete de la mañana cuando sonó el despertador. El frío era tan intenso que sus pies estaban casi congelados. Salir de la cama era un martirio, un sacrificio que se debía hacer para cumplir con las tareas programadas, la buena noticia: ¡Papá está en camino!

Para la mayoría de las personas salir con papá es rutina, pero Lucy vive con su mamá. Sin pensarlo saltó de la cama, en unos instantes estaba lista para salir de casa, ¡feliz de estar a solas con su héroe! El que siempre está listo para ayudar en los momentos más difíciles.

Después de unos minutos se escuchó el ruido del motor, papá había llegado. Su sonrisa lo decía todo. Mamá abrió la puerta y apareció el hombre de la casa. De un salto llegó hasta sus brazos. Mientras viajaban en el auto, comer golosinas antes del desayuno era el dulce secreto jamás contado.

Fue entonces que llegaron a su segundo hogar. Su hermana Rebeca había dibujado una hermosa muñeca y Sandra, la madre de Rebeca, sólo hablaba del talento de su hija y como siempre Lucy estaba acostumbrada a sentir que en ese territorio el centro de atención era su hermana, cosa que no le importaba porque estaba feliz de poder abrazar a su familia.

Jugar a la pelota a la orilla del lago Héviz hacía que el corazón de Lucy saltara de emoción porque tiempo atrás era el lugar preferido de sus padres. Cada vez que se encontraba ahí los recuerdos más bellos brotaban en su mente y se aferraba a ellos anhelando volver a reunir a sus dos seres más amados en este mundo.


De vuelta a casa de su hermana comenzó la celebración del cumpleaños de Rebeca. 10 años, 10 velas y uno que otro regalo esperando ser abierto. De momento un descuido cambió todo el ambiente de la fiesta, Lucy no se había dado cuenta que había una copa de vino tinto cerca de ella y sin la menor intención golpeó la mesa y la bebida cayó en el mantel que acababan de comprar.

Comenzó la discusión, de nuevo el rechazo se percibía en el ambiente. Una vez más nadie quería hablar con Lucy, no sólo nadie le dirigía la palabra sino que pareciera que una muralla de indiferencia se había topado entre ella y la casa de Rebeca.

Al ver que nadie le prestaba atención Lucy fue a jugar a una de las recámaras. Los útiles escolares que estaban guardados en uno de los cajones del armario y una que otra hoja de papel comenzaron a formar parte de su imaginación; mientras ella construía el castillo más bello jamás imaginado, su papá estaba molesto porque la cama era un completo desastre.

Lucy comprendió lo que pasaba, había llegado la hora de marcharse. Sin despedida, sin un abrazo, sin un te amo. Volvieron al auto y a mitad del camino papá abrió la puerta en medio de un lugar abandonado. Sólo pudo escuchar una voz fuerte y retumbante que le ordenaba bajar del auto.

Ella se negó, pero papá la tomó del brazo, la miró a los ojos y le quitó la muñeca que siempre cargaba. Sin darse cuenta su papá había tomado su juguete y en unos segundos la había arrojado a varios metros de distancia.

Lucy no pensó en lo que estaba ocurriendo, sólo decidió salir detrás de su muñeca pero cuando la alcanzó sólo pudo escuchar que el auto de papá se había marchado.

 

Sus lágrimas comenzaron a rodar y su corazón latía como si lo hubiesen partido en mil pedazos. Fue entones que la pequeña Lucy miró el reflejo de su rostro y se dio cuenta de que no era una niña, Lucy era un cachorro, una mascota que había sido tratada como un ser humano y ahora su padre la había abandonado.

A continuación te comparto el video de esta historia, que tiene una moreleja que de verdad espero toque más de un corazón.

Sé responsable y adopta sabiamente.

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